Un Salteño Ilustre
(Colaboración especial del Arq. Hugo Barbieri- Presidente de Casa de Salto)
Con la esperanza de que este modesto aporte, contribuya a hacer conocer mejor quién fue Abelardo Rondán. Asumo el desafío de dar testimonio de un acontecimiento poco común, del cual el azar de la vida me permitió participar en el año 1966. Y con la dificultad que implica además, el paso del tiempo…
Abelardo Rondán nació en Salto el 22/9/1884. Decía ser descendiente de los charrúas y su apariencia no lo desmentía.
En determinado momento de su vida, como tantos otros salteños se mudó a la Capital buscando mayores oportunidades.
Fue escritor, periodista de opinión y poeta- Usando el seudónimo Tinta China, su pluma era reconocida entre los intelectuales de la época, dentro y fuera de fronteras.
También realizó una obra social importante en el ámbito del Ministerio de Salud Pública, ocupándose de hacer más llevadera la internación de los pacientes, mediante la programación de diversas actividades culturales. Esto lo desempeñó hasta muy avanzada edad y el Ministerio a cambio, le permitió ocupar en sus últimos años, un modesto apartamento que formaba parte de una vieja casona, propiedad de la cartera, ubicada en la Ciudad Vieja.
Lo conocí a mediados de los 60 en Casa de Salto, siendo él, Presidente de la Comisión de Cultura y yo miembro del Consejo Directivo. Era un personaje singular, con la estampa de un caballero del siglo XIX, muy firme en sus convicciones y las causas que creía justas las defendía con fervor, sin medir consecuencias.
En ese sentido, apoyó y se comprometió desde el principio, con las acciones libertarias para la independencia de Chipre, país lejano, poniendo todo su empeño a través de sus reconocidas crónicas de opinión. Durante el largo tiempo que llevó el intrincado proceso independentista de aquel país, fue sumando consenso entre muchos escritores nacionales y extranjeros con los cuales mantenía estrecho contacto.
Una vez lograda la independencia, con su líder máximo el arzobispo Makarios electo presidente, siguieron algunas turbulencias y desde la trinchera de Tinta China en Uruguay, continuó inexorablemente la defensa de sus valores.
Consolidada la República de Chipre, Makarios sintió la necesidad de abrir la incipiente nación al mundo y para ello comenzó a realizar extensas giras de relacionamiento por diversas regiones. Fue recibido por los principales líderes mundiales, pero su idea era abarcar la mayor cantidad de países posible. En 1966 se anunció oficialmente su llegada a Uruguay.
En una sesión de Directiva llevada a cabo en esos días, llegó Abelardo muy preocupado. Había recibido una invitación del gobierno de Chipre, para él y su familia, al “Acto de Condecoración de Honor por sus Servicios Prestados a la Patria” por parte del Presidente de Chipre en persona. Tal vez por aquello de que “la pluma es más poderosa que la espada”.
Casi balbuceando nos dijo que él no tenía familia, que su familia éramos nosotros y nos pidió que no lo dejáramos solo en esta honrosa circunstancia. Por supuesto todos nos comprometimos a acompañarlo.
Faltando pocos días para la ceremonia, sufrió un accidente doméstico que le provocó fractura de un pie, motivo que le impedía movilizarse y mucho menos salir de su casa. Enterado el Presidente Makarios de lo acontecido, insistió en verlo personalmente y le mandó a consultar si lo podía recibir, a esos efectos, en su domicilio particular, lo que fue aceptado con alegría y mucho susto por parte del dueño de casa…
La Casona era de tipo colonial con su aspecto algo deslucido, nada apropiada para una ceremonia de estas características, pero tal vez eso la hizo mucho más emotiva… Fue sin dudas un acontecimiento histórico, muy íntimo, ya que no hubo difusión, no estaba prevista presencia de la prensa ni de otras autoridades, salvo sus invitados. Esto se había programado fuera de protocolo y casi se podría decir en reserva. Tampoco se pensó en documentar el suceso mediante fotos o grabaciones, algo que hoy es moneda corriente .
Puntualmente llegaron los integrantes de la comitiva, eran unos pocos, donde resaltaba la figura inconfundible del Arzobispo Makarios,con su barba larga y vistiendo la tradicional toga oscura.
Lo que sucedió en la ceremonia quedó plasmado en el libro de Actas de Casa de Salto, reunión de fecha 1/ 11/ 1966, donde el entonces presidente Domingo Motta presentó el informe que transcribimos a continuación y que debe ser el único documento de tan magno acontecimiento.
“Condecoración a don Abelardo Rondán. El señor presidente informa acerca de dicho acto, que tuvo hondo significado en razón de que el Presidente Makarios visitó a don Abelardo Rondán en su domicilio en la histórica casona de calle Rincón, por encontrarse este imposibilitado de asistir a los actos oficiales por haberse fracturado un pie y que ha sido un honor para Casa de Salto, que la Comisión Directiva fuera invitada a estar junto al Sr. Rondán durante la visita. El Sr. Rondán leyó un brillante discurso cuya copia quedó incorporada al archivo de la Casa de Salto. El Sr. Presidente concluyó su exposición destacando el honor inmenso que le cupo al asistir a dicho acto, honor compartido con los demás integrantes del Consejo Directivo de Casa de Salto y para constancia se sienta y firma la presente en lugar y fecha ut-supra. Quim Ind Domingo Motta Pirotto”.
Aquel “viejo cacique“ salteño, había logrado sin proponérselo, algo casi imposible de imaginar. Que un Jefe de Estado de un país muy lejano, en el apogeo de su imagen pública, recibido por grandes líderes mundiales, como el Presidente Kennedy por citar a uno, fuera a su modesta vivienda a hacerle entrega de la Máxima Distinción que su país otorga.
Redes Sociales